Nos has acompañado estos últimos 13 años, cuando me iba a dormir la siesta tú venías detrás, luego te ibas y luego volvías, te cerraba la puerta y tú llorando para que te dejara entrar, vamos que no me dejabas dormir, también has hecho alguna marranada con mis peluches, al final siempre nos hacías reír. Y el pueblo, te gustaba ir allí tanto o más que a nosotros, el yayo te decía “vamos al pueblo” y se te ponían las orejitas de punta como dos antenas. Hemos sido felices juntos, hemos pasado todas las alegrías y las penas que la vida nos ofrece junto a ti y tú siempre has tenido un gruñido o un lametón para nosotros, siempre durmiendo cerquita en el sofá o en la cama con la Soraya, siempre pegando tu cuerpo al nuestro para darnos el honor de sentirte cerca y para tú sentirte protegido, incluso has tenido descendencia, vaya día aquel toda la casa llena de gente esperando a que os quisieseis, tuviste unos cachorritos preciosos, también te enamoraste, tu amor estaba un poco enfermita y era feucha pero tú estabas todo el día allí pegado a ella y no querías volver a casa y la mama te castigaba.
Capri, es una vida entera la que has pasado a nuestro lado y hasta el último momento has sido nuestro hermano, ha sido duro tomar la decisión, pero estamos felices de que no hayas llegado a sufrir ya que no lo merecías, has envejecido a nuestro lado y nos has enseñado muchas lecciones, la última, la del desapego, te has marchitado poco a poco para transcender y nos has dado tu amor que aún siento en mi corazón que sigo recibiendo. Ahora rezamos porque el papa te ayude a transcender y lo que ahora te espera sea grande y hermoso como lo eres tú.
Gracias Capri